TEATRO AMATEUR

Entrevista a Arsenio González
Eladio Sánchez y Arsenio González en un festival a beneficio de Haití.

Eladio Sánchez y Arsenio González en un festival a beneficio de Haití.

José Neira

Subir al escenario durante 60 años y seguir con ganas de hacerlo indica sin duda que el teatro es la pasión de Arsenio González, actor, autor y componente fundamental de la Compañía Asturiana de Comedias desde hace más de 25 años. Sesenta y nueve obras representadas con diferentes Compañías, un largometraje, varios cortos, ocho comedias y 17 estampas escritas es el currículum teatrero de este “paisano de la escena asturiana”. Este año 2012 acaba de ganar el Premio Aurora Sánchez al mejor actor principal por su papel en Los amores de Ximielga de Eladio Verde. Su mujer, Josefina García, también actriz amateur, ganó el premio a la mejor actriz secundaria en este último Salón de Teatro Costumbrista (XXII ya) de Candás en el Teatro Prendes, templo del costumbrismo clásico y renovado asturiano. Cuando Arsenio recibió el premio, una estatuilla de la gran actriz asturiana, dijo, entre otras cosas, que había trabajado con Aurora en aquellos tiempos y que verla actuar era una continua lección de oficio. De tal maestra, sin duda, tal discípulo excelente.

Hablar con él es siempre un placer, paisano dentro y fuera del escenario, sin vanidad ni falsa modestia, apasionado con sus pasiones y comedido en sus virtudes… con esa voz modulada tan característica que te conmueve o te hace reír tan solo por un cambio de acento, una pausa, un gesto, un guiño… un derroche de talento.

Pregunta. 60 años haciendo teatro… supongo que el teatro es la esencia de su vida. Aurora Sánchez no llegó al medio siglo haciéndolo. Si el teatro es un veneno y una adicción está claro que usted está envenenado hasta el cogote… además con una esposa también actriz…

Respuesta. Y que nos conocimos haciendo teatro cuando empezamos en el Hogar del Productor de Pumarín, allá por los años 50… Pusieron un papelín pa alistase y yo como tenía sueños de actor… apuntéme. Ya de guaje elegíamos un libru de aventures y hubo uno que nos marcó: La vuelta al mundo de dos pilletes (de dos autores franceses que taben de moda)1 ahora si lu leyéramos sería a lo mejor una cosa absurda pero despertónos mucho la imaginación porque leíamos un capítulo y luego representábamoslu por los praos de Pumarín. Si la historia era de un tren, teníamos un tren de juguete que llevaba la piedra de la cantera al caleru… si era del infiernu, teníamos el caleru encendíu… si era del agua, les canteres… Allí empecé yo a representar.

P. ¿Con qué años fue aquello?

R. No sé… ocho o nueve. En el añu 44 empecé a trabayar de zapateru remendón y allí taba el que era el cómicu de la Compañía Asturiana de entonces, Andrés Escudero; además él era el ayudante de doña Julia, una señora que llevaba el guardarropía. Era una buena época de la Compañía… recuerdo que en el 45 estuvieron 18 días seguidos en el Robledo y por allí andaba yo. Siempre que necesitaben algo: un bastón, una banqueta o lo que sea, yo iba a buscalo y llevábalo al teatro y quedábame allí entre bastidores y veía aquellos actores que me parecíen dioses… Luego, años más tarde, en los 60, aquellos dioses conocílos mejor y tuvo dos coses, una positiva, que me acerqué a ellos y otra negativa, que dejaron de ser dioses y vi que eren unos actores de teatro con sus defectos, con envidies, con riñes y vanidaes. Allí conocí a toos menos a José Manuel Rodríguez que murió muy pronto, en el 47, y a El Presi que ya andaba a su aire cantando por América, pero a los demás: Rosario Trabanco, Aurora Sánchez, Rufino Peña, Donorino García, Andrés Escudero… con todos esos alterné.

P. Entró con 20 años en el Hogar del Productor y luego pasó al Hogar de Gijón…

R. Sí, en el Hogar de Gijón sólo hicimos un montaje, luego ensayamos otru pero no lu llegaron a poner. Con los grupos que más trabayé fue con el de Pumarín y con Talía, un grupo de Tremañes que fue el que me estrenó muches obres y además llamáronme pa ser director. Yo nunca quise ser director… allí hícelo por imperativu hasta qu´encontré una persona que me sustituyera. No me gusta dirigir, soy muy inseguru… no tengo criteriu pa imponer una forma de actuar a un actor.

P. Entiendo que al no ser un profesional del teatro vivió de otras cosas hasta la jubilación…

R. Sí claro, yo fui tallador de cristal. Antes tuve un tiempu en una zapatería remendona, con 13-14 años, porque casi todos empezábamos de recaderos en aquella época hasta que encontrábamos un oficiu. Entré de aprendiz en una tallería de cristal… y desde entonces estuve en dos talleríes hasta que me jubilé, primero de aprendiz y luego de oficial.

P. O sea que hacía teatro en ratos libres, cuando se lo permitía el trabajo. Trabajar en un oficio que le daba de comer y hacer teatro como afición ¿Cómo ve esta lucha entre amateurs y profesionales en Asturias?

R. No la acabo de entender. Si no hubiera grupos de aficionaos no habría profesionales. No creo que nadie empiece a hacer teatro en un grupo profesional… Yo creo que toos somos necesarios. Yo admiro a los profesionales, su valentía. Yo nunca fui profesional porque jamás se me ocurrió que yo pudiera vivir del teatro. No entiendo por qué un profesional echa la culpa de sus males a los aficionaos. Yo creo que los jugadores del Sporting o del Madrid, el fútbol profesional, no van a protestar de los juveniles o de les ligues no profesionales (aunque a veces como en el Sporting parezcan algunos mejores que los de primera división).

P. 60 años son muchos años… después de este tiempo… ¿nervios antes de salir a escena?

R. Eso siempre, aunque quítense en cuanto pronuncies el primer parlamentu, pero antes de salir siempre hay un regustín por el estómago.

P. ¿Eso es bueno, no?

R. Yo creo que sí… ye vida, cuando esté muertu y eses coses… no voy a sentir ya nada.

P. Usted representa habitualmente, lo han dicho en los papeles que hablan de usted, al Paisano asturiano, ese personaje que nunca falta en el teatro costumbrista y que todos identifican, tanto en su vestimenta (boina, chaleco, faja y a menudo madreñes) como en su carácter: socarrón, sociable, desconfiado de lo que viene de fuera… un personaje de vena cómica pero que también dramatiza cuando hace falta. Cuando prepara al personaje ¿es siempre el mismo… o hay matices que los diferencian que no tienen que ver con la acción?

R. Home, a mí gustaríame que los personajes tuvieran más diferencies, pero tristemente tengo que admitir que son muy similares, que llevo muchos años haciendo el mismu papel… Home con distintos matices… no ye lo mismo el característicu que hago en El tramposu, papel cómicu pero también con visos dramáticos, que otros personajes que sólo dicen semitonteríes. Matices hay siempre y ye difícil hacer el mismu papel y encontrar eses variantes, pero el modelu ye similar.

P. Como las actrices Rafaela Aparicio o Florinda Chico que fueron toda la vida criadas y tuvieron sus momentos de gloria. No es lo mismo ser la Poncia de Bernarda Alba que una criada normal de una casa.

R. Eso ye así. El únicu sitiu donde hice papeles diferentes fue en el Cuadru de Pumarín porque allí había un director de Valladolid que había estao en una Compañía d´eses de repertoriu, que van por los pueblos con 30 obres y ponía obres dramátiques. Pero a mí entonces ya me llamaba el teatro asturiano. Con 20 años diéronme el papel de vieyu… Claro, porque éramos todos muy jóvenes, pero los otros eren más guapinos, más elegantes, yo como era más desgarbáu ya me dieron el papel de vieyu, y ¡contra!, la gente admitiólo muy bien.

P. ¿No le gustaría hacer algo diferente después de estos años, quitar la boina y el cayáu?

R. Sí, me gustaría intentar hacelo, aunque tengo algo de miedo, igual no lo sé hacer. A mí llamóme una vez Lobato2 pa un montaje de Margen y aunque dije que no, porque en aquel tiempu tenía bastante con la Compañía, no sabe él tolo agradecíu que estoy por aquello de que pensasen en mí.

P. Y no era para un papel de paisano…

R. No, no, qué va.

 

P. Pues yo sí le veo con talento para otras muchas cosas…

R. Llamáronme pa varios cortos y tal. Él últimu precisamente era un papelín dramáticu, sin diálogos, y bueno, creo que lu saqué bastante dignu. Un papel distintu en el teatro… bueno (ríe) yo me atrevería a intentalo pero no estoy seguru de que pudiera.

P. Bueno, la cosa sería probar, un reto personal de cambio. Seguro que tiene mil anécdotas teatreras dignas de mención.

R. Aventures hai muches pero casi siempre tienen más gracia cuando pasen que cuando les cuentes. Yo tengo una de mocín… acompañaba mucho a una neña de Roces que me gustaba (y a ratos hacía teatro como siempre), y un día pusimos una obra: La venganza de la Petra de Carlos Arniches y yo hacía de vieyu como en casi toes. Al empezar la función corríamos una cortina que había en el Buenos Aires, un teatrillo que estaba onde luego pusieron el Horóscopo. En esa obra yo aparecía en la cama y demostraba ser un vagu terrible, ni me levantaba pol periódicu ni por la leche ni ná. Decía a toos que lo echaran por debajo de la puerta. Vestíenme estrafalario, con una camisa de vieyu, un pantalón que recuerdo que era con el que jugaba yo a fútbol en el Pumariense y un gorru de dormir. Levántome y la gente ríese al veme tan estrafalariu… Yo guardo la pausa y cometí el error de mirar y ver en primera línea a la mocina esa de Roces que yo acompañaba y tenía la boca abierta, los ojos desorbitaos y pienso yo que estaba diciendo: “Si sigo con esti y tengo que dormir con eso… ¿onde voy yo?” El casu ye que la cosa fue enfriando (ríe) y acabamos dejándolo. Coses del teatro.

P. O sea que el personaje le fastidió esa relación… Pues a veces dicen que es al revés, que en el teatro se liga más… Hábleme de la memoria, ahora con todas estas enfermedades del olvido dicen que conviene ejercitarla y memorizar para mantener las neuronas vivas. ¿Usted tiene buena memoria? ¿Le cuesta memorizar los textos con la edad?

R. No, a mí no me cuesta memorizar los papeles. Así como de autor me cuesta mucho trabajo encontrar un tema original, como si se me hubieran gastao tolos que tenía na moyera; como actor, no noto diferencia con la edá. Bueno, moléstome mucho tamién. Yo soy de los que repasa el texto aunque haya hecho ya 30 representaciones d´esa obra, sírveme tamién de concentración previa y evito con el libreto abierto que me molesten antes de salir a escena.

P. ¿Y ese reciente Premio Aurora Sánchez para usted y para su mujer Josefina? ¿Es muy diferente aquel teatro de Aurora del que hacen ustedes…?

R. Prestóme mucho esti premiu y compartílu con la muyer prestóme más. A Aurora tenía-y yo mucho cariño. En una de les obres de aquella época en que yo hacía papelinos necesitaron un galán malu que me dieron a mí, un tal Pachón. Un día, después de actuar díjome Aurora Sánchez, tal vez pa animame: “en todos los años en que llevo haciendo teatro, eres el mejor Pachón que yo vi hacer…” y eses coses animábenme claro. Luego yo, sin querer, correspondí. Aurora Sánchez no tenía una paga ni un sueldu fiju, pero en aquel tiempu sacaron una ley que daben una jubilación especial pa gente que no había cotizao. Yo informéla d´ello y fue a enteráse y consiguióla. Unos días después regalóme unos bombones de agradecimientu. Tenía un carácter fuerte, a mí siempre me trató muy bien pero con Lalo, el fíu, teníen algunes engarradielles…

El teatro que hacemos nosotros ye mucho mejor que el que hacíen ellos, Aurora Sánchez, Rosario Trabanco… Antes, por ejemplo, cuando te aplaudíen un mutis dentro de la acción de la comedia obligábate a salir a saludar. Luego, cuando en la comedia taben hablando y los característicos no participaben seguíen haciéndose carantoñes y la gente riéndose de lo que hacíen mientras los otros hablaben, eso despistaba y desviaba la atención de la acción real que pasaba a un segundu planu… y todo eso. Ellos mismos montaben los escenarios con unes ripies antes de cada función. Aurora, Donorino, Rufino no teníen más ingresos que los que daba el teatro. Nosotros trabájabamos y después corríamos pal teatro, era otra cosa.

P. Como autor teatral ha escrito ocho obras, digamos largas, y algunas estampas cómicas teatrales de menor duración. De alguna de ellas como Los figos de San Miguel hay contabilizadas 117 representaciones. ¿Cómo se anima uno a escribir teatro con formato clásico en la segunda mitad del siglo XX? ¿Nunca pensó en renovar?

R. Bueno, yo en realidad nunca me sentí autor, aunque escribo. Yo soy más actor que autor. Como actor presumo y creo que lo hago con dignidad y eses coses, pero como autor siempre dudo de si me les hubieran representao si yo no estuviera en el grupo, no sé si tienen valor les obres en sí, son como una prolongación de la afición de actor. A mí gústame escribir, siempre me gustó, tengo les memories de la mili, llevo un diariu, escribo coses que pasen en casa, también coses jocoses que te van pasando en el teatro. Muchos d´estos escritos cuando muera supongo que los hijos los quemarán, porque tal vez a nadie interesen…

P. Qué sabe usted, o se publican sus obras completas…

R. No soy realmente un autor, si no hubiera sido actor no hubiera escrito ninguna obra, pero surgen en el escenario les idees, hacer algo pa representar.

P. La Compañía Asturiana de Comedias en la que participa desde hace más de 25 años se vanagloria de mantener un teatro clásico de autores clásicos: Eladio Verde, Pachín de Melás y algunos más recientes. ¿Cómo consiguió que la Compañía estrenara obras suyas?

R. Ahí tengo que agradecerle mucho a Lalo, el director hasta hace poco del grupo. Él venía de La Máscara, una compañía histórica también en Gijón, con un repertorio de obras contemporáneas muy importante. Lalo y yo éramos amigos con les muyeres tamién y salíamos juntos en un tiempu que no había Compañía y Lalo animábame a escribir unes estampes cómiques pa la radio. Era una especie de teatro radiofónicu que taba de moda y leíense escenuques. Escribí unes estampes, Los figos de San Miguel y dilo a leer; entonces dizme que hay que recrear La Compañía y volver al teatro y lo primero que quier poner son Los figos de San Miguel. Yo quedé asustáu, porque pensé que aquel hombre que venía de poner a Ionesco, Valle-Inclán, Miller, iba a poner ahora una obra mía. Y al final púsose. Entonces, claro, como era una obra pequeña qu’empezó poniéndose en homenajes, pa completar el tiempu d´una obra teatral normal escribí otra: La declaración y añadió él Pitición de mano de Antón de la Braña (tovía seguimos representándoles). Y como ya tuvieron éxito eses dos, El tramposu y La trastá ya fue más fácil. Ye que yos cuesta mucho trabajo encontrar obres como les que queremos seguir haciendo, una obra costumbrista clásica. Lalo ye enemigu de llamáles así y yo no. A mí gústame decir costumbrista, o sea, una obra que retrate aquella Asturias que era diferente a Andalucía, Madrid o Cataluña en les costumbres de la gente. Ahora no, ahora ya está too globalizao, pero nosotros como todavía representamos pensando en el añu 1930 o 40 pues sí, obres de muchos personajes con trames sencilles. Ahora vase al monólogo o al diálogo porque ye más práctico y barato. Bueno ahora no sé, porque con la crisis ya no sacamos ni pal autocar ni pal furgón.

P. ¿Cree que hay que renovar el teatro asturiano en una época en que el público lo demanda y llena los teatros para ver comedias asturianas nuevas y clásicas y en que los programadores lo programan?

R. Yo creo que siempre hay que tar renovando, el teatro y lo demás, pero eso no quier decir que todos los grupos tengan que hacer el mismu teatro. Recuerdo un artículo que leí en El Comercio de uno de los que deplora el teatro costumbrista asturiano, termina diciendo que somos de derechas… Bueno, yo cada día m´entero de una cosa más… ¡que el teatro clásico asturiano ye de derechas!

P. Supongo que lo diría en el sentido de que es conservador, que conserva las costumbres, el papel sumiso de la mujer, el poder, las clases sociales…

R. Yo creo que debe haber variedad, tanto en el teatro amateur como en el profesional, tien que haber toles rames. Tan digna ye la música de una gaita como la música de una orquesta sinfónica, pero claro, en su lugar y en su momento. Hay que dejar hacer a cada grupo el teatro que-y preste y todo tien su público. Esti teatro que hacemos que no diz ni un tacu… algunos dícennos que ye irreal, que nadie hablaba así en aquel tiempu. Posiblemente sea así y a lo mejor cuando Eladio Verde les escribía, la censura no-y dejaba poner tacos. Mira, cuando yo puse La trastá, que ye como un catecismu, pusieronmela pa mayores de 14 años ¡y fue en 1963! imagínate antes. Ahora hay un teatro tan descarnáu que si vas con los fíos, apetezte marchar porque ye too tacos y tampoco la gente habla tan así. Yo estoy muy contentu con esto y el que quiera hacer un teatro atrevidu, más trasgresor, que lu haga… pero sí, renovar siempre, lo que no se renueva, adiós, acaba muriendo.

P. ¿Por qué cree que no hay un grupo de teatro profesional costumbrista, sabiendo que es un teatro que llena y que los programadores demandan?

R. Tal vez porque tendríen que buscar obres con menos personajes pa que sean rentables, si lleven 14 actores como en algunes de les nuestres, no van a sacar el sueldu.

P. Hábleme de su experiencia con el cine… ¿muy distinto al teatro? Relación con los directores, Javier Maqua y otros.

R. Poca experiencia y muy distinto al teatro. En largometraje sólo hice Carne de Gallina de Javier Maqua. Ye un director que nos dejaba libres, decía: “va a bajar esa parejina, vais a decirles un piropo… decid lo que os apetezca”. Hay otros más rigidos. Esti fue el únicu largometraje que hice, cortos hice un montón, la mayor parte de ellos por amistad. En cine poca experiencia.

P. Y con directores de teatro, con Eladio Sánchez, Lalo. Después de tantos años en la Compañía supongo que hay buen ambiente entre ustedes, son como una familia.

R. Con Lalo y con Pili Ibaseta claro. Pili nació junto a la casa de la mi muyer y en aquel tiempo, como en tolos barrios obreros pasamos muches vicisitudes y necesidaes. Por eso, cuando amenacen con esta crisis yo pienso que no sé, mayor que la pasada en aquella época…, pero vase mal de lo bueno pa lo malo. Yo nací en 1931 cuando la República… luego la guerra civil. Todavía en 1945, cuando yo empecé a trabayar, había un zapateru remendón, Isidro, coju, malhumaráu… parecía un ogro. Llevaba un bocadillo de sardines pa comer y siempre lu dejaba a la mitad pa dejámelu a mí. Él decía que no tenía más hambre y apartábalu y yo esperaba por él… era el hambre de después de la guerra. Isidro arreglábase pa que yo lu comiera sin dámelu directamente pa evitar el apuru de la limosna, tal era su sensibilidá. Pili entraba mucho en casa de Josefina y fueron como hermanes y la amistad persiste claro. Claro que somos como una familia después de tantos años, con sus coses como toles families, y aunque a veces riñamos, que lo hacemos, yo admiro a Lalo que está ahí aguantando el tirón. Ahora Lalo dejó la dirección, porque lleva muches coses y hay que dejar pasu a la gente joven.

P. Eladio Sánchez (Lalo) y Pili Ibaseta en los primeros tiempos junto a Laureano Mántaras y Ramón Vega, entre otros, participaron en el grupo La Máscara que hacía un teatro independiente, de vanguardia, y trajo a Gijón obras prohibidas y comprometidas en aquel tiempo y que representaban, casi escondidos, en el Teatro El Brujo, donde era el Ateneo universitario; incluso hace unos años volvió aquella Máscara y participaron en un montaje de Valle-Inclán. ¿Dónde estaba usted en aquel tiempo, no le interesaba, no podía…?

R. Yo en aquel tiempo hacía teatro con los de Talía, con los de Tremañes. También con un grupo, Esquilo, que hacía coses más contemporánees. Yo hice La camisa con Esquilo y algunes otres. También una obra muy política: La vendimia de Francia que tenía problemas con la censura, pero que no la llegamos a representar.

P. Aún está en activo con 81 años… ¿hay más morcillas que a los 21 o la larga experiencia incluye el morcilleo y tal vez mejora el texto…?

R. (Ríe.) Yo nunca morcilleé mucho. A veces pa salir d’alguna situación no tienes más remediu que improvisar. Hay actores que, sin que los compañeros lo sepan, preparen una gracia pa lucíse, eso no me gusta a mí, son morcilles que sorprenden e influyen en los otros actores, pues no cuenten con ello. Cuando se va (olvida) el texto por cualquier circunstancia hay que intentar arreglálo, pero sin volver atrás, porque luego se lía todo y ye peor. Son coses que pasen, el teatro ye así. Lalo por eses coses disgústase mucho, como si fuera un principiante. En el cine no pasa porque se borren los fallos y cógese la escena buena, pero el teatro ye bueno por eso, por lo auténtico, porque no se puede volver atrás. Boni Ortiz, por ejemplo, en una de sus critiques decía una vez del actor José Manuel Rodríguez que su mayor valor era que en toles obres morcilleaba y hacíales diferentes. A mí eso no me parez un halagu, un actor debe sabése el su papel bien y si surge un olvidu sacálu airosu. No preparar les morcilles, que son un embarque pa los compañeros.

P. ¿Planes de futuro como actor de teatro, de cine o como autor teatral?

R. (Ríe.) Yo tengo un pasáu muy largu. En el futuro, si sigo con salud, seguiré aquí, seguiré haciendo teatro, porque me gusta muchísimo. Eso en cuanto a actor. Respecto a autor llevo tiempu intentándolo y últimamente no me sale nada en condiciones, igual ya se me terminó la veta (ríe).

Notas

1 Los autores eran el Conde H. de La Vaulx y Arnould Galopin que publicaron en la Editorial Sopena y luego en Bruguera distintas historias: La Galera, El submarino salvado, La sentencia de muerte… que eran lecturas de chavales de la época (en torno a 1959).
2 José Antonio Lobato, actor del grupo de teatro Margen, referencia del teatro asturiano contemporáneo.