LA JUDITH DE SHIMODA
Bertolt Brecht
Edición de Hans Peter Neureuter
Traducción de Carlos Fortea
Alianza Editorial, 198 páginas
Madrid, 2010

Fernando Cid Lucas

Casi como inédita se nos presentó la obra La Judith de Shimoda, del dramaturgo alemán Bertolt Brecht (1898-1956). Algunos la habíamos visto citada ya en varias bibliografías, desde luego en alemán: Die Judith von Shimoda, y siempre en trabajos de investigación muy específicos, por lo que es de agradecer la traducción a nuestro idioma y su impresión en una editorial tan accesible como sigue siendo Alianza.

La Judith de Shimoda es una de esas obras tempranas que sirvieron de puente entre Occidente y un recién descubierto Japón, como lo fue la rara pieza breve Samurai, de Antonin Artaud, o los libretos de Luigi Illica para la Iris, de Pietro Mascagni, o Madama Butterfly, que luego musicaría Giacomo Puccini.

Aunque quedó por mucho tiempo olvidada en el cajón de los papeles dispersos y bocetos de Brecht, sale ahora a la luz y se proyecta en una excelente edición, que no sólo nos presenta el texto de la obra teatral (reconstruido con mimo por el propio editor), sino que aporta al interesado un rico y variado aparato crítico que la ubica en el tiempo, que nos habla de su gestación y de la obra original nipona de la que surgió: La historia de la puta de los extranjeros, Okichi1 (1929), del prolífico Yamamoto Yuzo (1887-1974).

Sugerida y elaborada por la también escritora Hella Wuolijoki (1886-1954) en agosto de 1940, Neureuter nos informa en el posfacio de que al día siguiente de presentar la idea y la pieza primigenia al autor alemán, Brecht comenzó rápidamente a esbozar el marco y la evolución escénica para su obra sobre Okichi, la hermosa geisha que se entrega al cónsul estadounidense a cambio de que no destruya el puerto de Shimoda.

En comunión con el mito bíblico de Judith, la obra planeada por Brecht habla del sacrificio desde la más completa humildad, buscando el beneficio de la colectividad y venido de las manos de alguien perteneciente a la clase social más baja, pero triunfante aquí, por encima de engalanados y parlanchines políticos y estadistas.

Dejo el final sin narrar, para que lo disfrute el lector (o el espectador); y la pregunta en el aire sobre cómo paga la patria y los patriotas a quienes, sin ansiar honores o reconocimientos, entregan su cuerpo y su virtud, que es el recipiente de la dignidad humana, por un bien común.

Quedará este libro como algo más que una mera curiosidad bibliográfica, como ladrillo en los cimientos del monumento a la comprensión entre dos civilizaciones tan distintas y distantes que, poco a poco, comenzaron a hablarse y a querer entenderse, usando como poderosa herramienta sus respectivas literaturas. Un momento en el que Brecht quiso y pudo ser algo más que un mero espectador.

Nota

1  En japonés original: Nyonin Aishi, Tojin Okichi Monogatari.

 

EL TEATRO JAPONÉS Y LAS ARTES PLÁSTICAS
Javier Vives
Satori Ediciones, 169 páginas
Gijón, 2010

Roberto Corte

He aquí un libro que explica de una forma clara, sencilla y sistemática, las ideas generales de las cinco artes tradicionales del teatro japonés: el bugaku, el , el kyōgen, el bunraku y el kabuki. Acaba de aparecer en el mercado. Pocas veces como en esta ocasión la nota de reclamo editorial se ajusta con tanta precisión al contenido del producto. Se trata de una obra imprescindible para el neófito —o sea, para casi todos— que desvela las claves categoriales y cronológicas necesarias para una fácil comprensión y un mayor disfrute de los espectáculos. El autor, Javier Vives Rego, que es arquitecto y viaja al Japón desde 1978, y que acaba de impartir un curso en la Casa Asia de Barcelona sobre “Teatro tradicional japonés: del kagura al kabuki”, no elude el relacionar el alto grado de ritualización y los códigos de representación de los diversos estilos, con la arquitectura, la pintura, la escultura (en menor medida), la jardinería zen y la trascendencia del vacío. Formas y contenidos que son analizados en función de sus orígenes, sus características escénicas y espaciales, el vestuario, las máscaras, el atrezo, el movimiento y la música. Ni tampoco se abstiene de apuntar sutilmente en el capítulo final el vertiginoso empuje de la cultura urbana contemporánea: el manga, el rock, la tecnología vanguardista en los videojuegos… “El mundo de la informática ha irrumpido en la sociedad de tal manera que a comienzos del tercer milenio nada funciona como hace tan sólo diez años. Ha empezado un futuro sin límites aparentes. Una vez más los artistas no se quedan al margen y utilizan la tecnología no sólo como complemento, sino como generadora de insólitos objetos. Sin embargo, pensamos que las milenarias corrientes subterráneas que han sido capaces de dar vida hasta hoy a todo el arte nipón, desde la pintura al teatro, seguirán discurriendo por el subsuelo del Japón impregnando las obras de sus creadores”.

El libro también contiene fotografías y dibujos, un glosario con más de doscientos términos japoneses que vienen muy a cuento para abordar el tema, bibliografía, y una recomendación de los mejores espectáculos , kyōgen, bunraku y kabuki, disponibles en DVD.